En el Evangelio de este domingo, Jesús nos presenta una de sus parábolas más profundas y conmovedoras: la del hijo pródigo. A través de ella, nos recuerda que el amor de Dios es incondicional y siempre está dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos, sin importar cuán lejos hayamos estado.
El catequista Martín Vásquez destaca que esta enseñanza sigue siendo muy actual, ya que muchas veces en nuestra sociedad se valoran más los méritos y los errores parecen ser condenas definitivas. “Jesús nos enseña que el amor no se mide por méritos”, afirma Martín.
Además, el catequista invita a los fieles a reflexionar sobre su propia actitud ante la misericordia de Dios. “¿Nos podemos sentir perdidos si necesitamos volver? ¿Nos cuesta perdonar a los demás? ¿O estamos atrapados en la amargura de querer ser recompensados por lo que hacemos?”, plantea.
Finalmente, Martín recalca que esta parábola no solo nos habla del perdón divino, sino que también nos desafía a replicar esa misma misericordia con los demás. “El mensaje de Dios es clarísimo. Él siempre nos espera con los brazos abiertos y espera que nosotros también hagamos lo mismo con los demás”, concluye.
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