A sus 88 años, falleció el padre Hugo Otaíza López, reconocido como una gran persona, querido por la comunidad católica y conocido como el “sacerdote de los sordos”, pionero en la formación de catequistas, para personas con discapacidades mentales y auditivas, en Chile.
Durante 60 años de vocación, el presbítero trabajó incansablemente para ofrecer los sacramentos a los sordos que participaban de la iglesia.
Por varios años, cada domingo celebraba la eucaristía en lenguaje de señas para las personas con discapacidad auditiva en la parroquia San Francisco de Sales
La catequesis especial, fue el punto de origen para dar vida a la Pastoral para persona con discapacidad y con retardo mental y la Comunidad Católica de Sordos Oyentes.
Su amor y dedicación hacia las “personas especiales” como solía llamarlas, se percibía en cada una de sus estrategias de trabajo, para él, estas personitas eran “los hijos privilegiados de Dios”. Para mostrar sus esfuerzos y dedicación les presentamos tres testimonios de catequistas quienes por muchos años mantuvieron una relación de estrecha colaboración con el padre Hugo; estas tres mujeres luchadoras, unidas a la causa por la inclusión, coinciden en que el sacerdote marcó sus vidas para siempre, pues era un hombre humano, cercano y atendía de manera personalizada a sus catequistas.
Nacer de nuevo
Sonia Villalón, catequista de la Parroquia de San Alberto Hurtado en Quilicura, zona norte, comenta que “cuando lo conocí, nací de nuevo, me animó a trabajar con la discapacidad en la vida religiosa y cristiana, aprendí mucho y estoy muy agradecida de su ayuda. En un momento le expresé que quería dejar la catequesis y me dijo: “Sonia no puedes dejar las catequesis, porque nosotros trabajamos hasta que Él nos diga que no y tienes que seguir sembrando como yo lo he hecho´.
También recuerdo que cuando estaba habiendo el curso de catequesis para sordos, me costaba mucho aprender ese lenguaje y el padre Hugo me decía: ´Sonia a cada uno Dios le da una vocación para algo, tú te quedas con los niños con enfermedades mentales y yo con los niños sordos´”. En 1992, la secretaria de su parroquia le entregó un folleto acerca de la catequesis especial y este gesto fue una luz para Sonia, quien estaba buscando donde preparar a su hijo, con deficiencia mental, para que recibiera los sacramentos de iniciación cristiana en la Iglesia católica.
Entrega y espiritualidad
Al otro lado de Santiago, en la zona oeste, está Mercedes Mora, catequista de la parroquia Nuestra Señora de la Preciosa Sangre, comenta que se interesó por el curso de formación para catequesis especial en el año 2005, al visualizar en la catequesis familiar, la presencia de niños con discapacidad “sin formación”. Allí conoció al padre Hugo, una persona muy humana dispuesto a todo; para Mercedes tres factores importantes marcaron este programa: “la entrega hacia los niños, la integración de los padres y la espiritualidad del sacerdote”.
Recuerda que “asistimos a una misa del padre con un pequeño grupo de niños y representantes de la catequesis el presbítero nos llamó hacia el altar, para presentarnos en la asamblea. Allí las personas con discapacidad auditiva nos saludaron con sus manitas y con gran entusiasmo. Sentir la expresión de las personas no oyentes fue grandioso”.
Acompañamiento en su juventud
Con solo 16 años, Carolina Espejo llegó a la catequesis especial por la inquietud de Zagala Pérez, quien quería formar un grupo de catequistas en la parroquia Jesús de Nazaret de la zona oeste. Era el año 2002, y Carolina sintió ese amor del padre para acoger a las personas con alguna dificultad, quien desde joven tiene un hemangioma en la piel, caracterizada por presentar un gran lunar en el rostro, y la acogida del padre fue un refugio que le ayudó a afrontar estos momentos difíciles en la adolescencia.
Para Carolina, lo que le animó a ser formadora fue “la percepción y visión social de la vida de parte del padre Hugo, buscando la igualdad de los discapacitados en la comunidad eclesial”.
Talleres de inclusión
El plan de formación propuesto por el Hugo Otaíza, constaba de tres talleres:
1. El llamado a conocer a Jesús como catequista.
2. La iniciación, cómo acercar a los catequizados a la iglesia y ser partícipe de ella, guiados por las Sagradas Escrituras.
3. La profundización de la formación del catequista, a través de todos los sacramentos de la iglesia.
Este programa de formación catequístico ha permitido la inclusión de las personas en situación de discapacidad en la comunidad comunidad cristiana.
Desde el Departamento de Catequesis del Arzobispado de Santiago, agradecemos la ardua labor que con amor y entrega realizara el padre Hugo Otáiza López, quien ha dejado para los niños y jóvenes en situación de discapacidad un gran fruto: la catequesis para personas en situación de discapacidad, que inicialmente recibía el nombre de catequesis especial, a través de ella se brinda a los padres la oportunidad de educar en la fe a sus hijos e incorporarlos en la comunidad cristiana.
Tenemos la certeza de que para usted hoy resuenan estas palabras: “Ven, bendito de mi Padre, y recibe la herencia del Reino preparado para ti desde la creación del mundo”.
Redacción: María Virginia Matheus Gotera / Fotografías: Cortesía del equipo de catequistas
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