La paz de Chile es un don que nosotros pedimos a Dios; la paz de Chile es tarea y responsabilidad de cada uno de nosotros. Una paz que se fundamenta en la verdad, el respeto y la justicia. La violencia debilita y mata la paz. Por eso estamos tristes, estamos dolidos, al constatar los efectos de la violencia de estos dias. Es la hora de elegir, es la hora en que cada uno tiene que decidirse por la paz o la violencia. Miles de jóvenes han peregrinado a Auco, para celebrar la paz que tenemos y pedir por ella, y otros muchos no han podido hacerlo, por la situación, hemos tenido que acortar las celebraciones de los jóvenes en Auco. Los jovenes son la esperanza, a ellos y a cada uno de los chilenos les pido que recemos juntos por la paz y renovemos nuestro compromiso. Es la hora de elegir, la violencia o la paz y a pedirle al cielo:
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
Departamento de Catequesis
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