En esta actividad anual, que se desarrolló este pasado sábado 29 en el Espacio Riesco, comuna de Huechuraba, participaron alrededor de 700 catequistas pertenecientes a las parroquias de la arquidiócesis, los cuales sirven en la preparación a los sacramentos de iniciación cristiana y al matrimonio. El encuentro tiene por finalidad ofrecerles un espacio celebrativo y formativo, explica Celmira de la Parra, coordinadora de formación del Departamento de Catequesis.
Anunciar el amor de Dios
Una de esas catequistas es Rosa Oyarce, casada hace 33 años, dos hijos, secretaria jubilada, que asegura que su hija, "una lola de 30 años, es la que me llevó a conocer al Señor. Ella es discapacitada, tiene una enfermedad mitocondrial, su cuerpo genera anticuerpos que le provocan infartos cerebrales. Los médicos me dijeron que no iba a vivir más allá de los doce años o que iba a ser un vegetal". Sin embargo, esa hija hoy tiene 30 años. "El Señor me la prestó, estudió, se ganó una beca en la Teletón y vive feliz".
Rosa, del equipo de catequesis de la Zona Oeste, se preguntó, entonces, "cómo anunciar a ese Señor que conocí a través de mi hija, porque como catequista yo no podía anunciar al Señor que a mí me mostraron, un Dios castigador. Yo estudié en un colegio religioso y siempre conocí un Dios castigador. A través de mi hija conocí un Dios de amor, de piedad y de misericordia".
El encuentro comenzó en una alegre y bullente asamblea, y estuvo presidida por el Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Roncagliolo, quien en su homilía insistió en la necesidad de "estar arraigados en el amor de Cristo", lo que no siempre sucede, dijo. Sin embargo, enfatizó, "el amor misericordioso de Jesucristo jamás se separará de nosotros. Pero nosotros necesitamos arraigarnos más en el amor de Dios para cumplir nuestra misión catequética".
Indicó el obispo a los catequistas que lo primero, lo fundamental, no son las técnicas, sino que fundamentarse en el amor de Jesucristo, "porque soy transmisor de un don que he recibido. Un catequista es un transmisor de la fe, pero primero es un cristiano, al que nada lo separará del amor de Dios. Por eso la primera misión del catequista es estar unido a Jesucristo, porque estando firme en la fe podrá ser testigo auténtico del amor de Dios". En este sentido, monseñor Roncagliolo afirmó que "como catequistas tenemos que transmitir el kerygma, que Cristo murió y resucitó por nosotros, y este es el corazón de nuestra fe, que tenemos que convertirnos y creer en el amor de Dios".
Catequizar desde la comunidad viva y no instalada
Terminada la misa hubo un espacio para dialogar con obispo auxiliar, a través de preguntas de los presentes, que se centraron en la situación actual de crisis en la Iglesia y el desarrollo de la catequesis. Las preguntas se refirieron a la formación y el acompañamiento de los catequistas en la realidad eclesial de hoy; la baja en la solicitud de sacramentos y la necesidad de una mayor vida espiritual.
Durante este diálogo, el obispo Roncagliolo manifestó que tenemos que ser capaces de hacer visible nuestra fe de diversas formas y cada uno en su misión particular, "pero todo desde la comunidad, porque cuando uno ve una comunidad viva cambia la historia". También habló de que los cristianos, tanto laicos como ordenados, deben desinstalarse y salir de una fe muy cómoda. "Ser una Iglesia viva, misionera y en salida", reiteró.
Finalmente, los aspectos formativos culminaron con la intervención del padre Álvaro Ginel sdb, Doctor en Catequética, presidente de la Asociación Española de Catequetas. Como ya lo hizo anteriormente ante el clero de Santiago, el religioso entregó su tema a los catequistas a través de juegos didácticos con la participación de los presentes. Por este medio entregó planteamientos como que "la renovación de la catequesis no se puede hacer en una oficina de pastoral catequética, se hace reuniéndose y tejiendo juntos", es decir, señaló, en forma sinodal. También llamó a dejar espacio al Espíritu Santo y que "las catequesis sean más bíblicas y menos escolares".
Rosa Oyarce, que también apoya la formación de catequistas de la parroquia Santa Isabel de Hungría, sabe que esta responsabilidad es muy grande, porque, comenta, si no hubiera tenido un encuentro con Dios en la enfermedad de su hija, "yo mostraría a ese Señor castigador que me enseñaron, y así no dejaría ver a Jesús misericordioso. Tengo que estar consciente de anunciar a Jesucristo, que no me anuncio yo. Jesús me ama y va al que está perdido. Antes de lo sacramental, busco que las personas tengan un encuentro con el Señor", afirma convencida.
Fuente: Comunicaciones Santiago / Por: José Francisco Contreras
Fotos Gentileza Comunicaciones Iglesia de Santiago y Equipo de Areópago Comunicaciones
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